martes, 10 de mayo de 2011

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA

Santa Teresa ocupa tres capítulos (33-34-35) para explicar esta petición del Padrenuestro. No podré yo, por lo tanto, resumirlo en algunas líneas. Sólo os pondré la estructura para que os den ganas de leerlos pues no tienen desperdicio...
"Pues si, cuando andaba en el mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele su Majestad pagar mal la posada si le hacen buen hospedaje." (34, 8)
"Si os da pena no verle con los ojos corporales, mirad que no nos conviene; porque en ver esta Verdad eterna, se vería ser mentira y burlas todas las cosas de que acá hacemos caso. Y viendo tan gran Majestad, ¿cómo osaría una pecadorcilla como yo, que tanto le ha ofendido, estar tan cerca de él? Debajo de aquel pan está tratable; porque si el rey se disfraza, no parece se nos daría nada de conversar sin tantos miramientos y respetos con él; parece está obligado a sufrirlo, pues se disfrazó. ¿Quién osara llegar con tanta tibieza, tan indignamente, con tantas imperfecciones?" (34, 9)
    
El PME no cita estos tres capítulos en su obra "Quiero ver a Dios". Pero su amor a la Eucaristía tiene el mismo realismo y la misma profundidad que el de Santa Teresa. Meditemos este texto de QVAD:
"Para que la efusión de la vida divina sea más abundante, ha querido que el contacto con su humanidad, que es su causa instrumental física, fuese tan íntima como posible. Se quedó bajo las apariencias de pan y vino, y de este modo nos da en alimento su humanidad viviente e inmolada. Por ella penetran en nuestra alma todos los raudales de la vida divina y se difunden según la medida de nuestra capacidad de recepción: «Yo soy el pan de vida... El que come su carne y bebe su sangre tendrá vida en él. El que no come su carne y no bebe su sangre no tendrá vida en él» . Sus palabras son claras: no se puede tener vida más que por la comunión en Jesucristo. Los demás sacramentos no tienen eficacia sino por su relación con la eucaristía; así el bautismo, que no tiene eficacia si no es por el deseo en el bautizado de recibir la eucaristía .
La comunión tiene un efecto de transformación. Pero no es el alimento celestial el que se transforma en el que lo come, es Jesucristo que se entrega, que como conquistador viene para transformar [al que lo come] en su luz y en su caridad. Llegamos al misterio de la unión de Cristo con las almas y toda su Iglesia." (QVAD pág. 88)

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