sábado, 27 de marzo de 2010

PASCUA DEL PADRE MARÍA EUGENIO


Desde allí nos manda su mensaje para prepararnos a vivir esta Semana Santa. 

ESTAMOS HECHOS PARA DIOS
¿En qué consiste ser cristiano? Está claro que el cristiano es aquel que manifiesta su fe, su cristianismo, mediante el ejercicio de la caridad, su actitud exterior y el cumplimiento de sus deberes; pero esencialmente hablando, el cristiano es aquel que tiende hacia su fin, hacia Dios. El cristiano es alguien que cree que procede de Dios, que vuelve a Dios y que está llamado a participar en la vida divina, a perderse en la Santísima Trinidad. El cristiano cree en esto, cree que su verdadera vida no está aquí abajo, sino en el misterio de la Trinidad. Porque estamos hechos para Dios, estamos hechos para el Cielo, y el Cielo no consiste únicamente en encontrarnos de nuevo con aquellos que amamos: el Cielo consiste esencialmente en encontrar a Dios, en sumergirnos en el movimiento de la Santísima Trinidad.


La gracia nos hace hijos de Dios, y en el seno de la Santísima Trinidad viven el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; la gracia nos impulsa precisamente a identificarnos con el Verbo de Dios, con el Hijo de Dios. El Hijo de Dios se encarnó; es en él en quien hallamos nuestro fin; debemos procurar perdernos en él. Y es en él en quien hallaremos nuestra felicidad: ésta consistirá en identificarnos con él, en entrar con él en la Santísima Trinidad, en participar en sus operaciones y, con ello, de su felicidad. Ese es nuestro fin, en esto consiste el Cielo: no sólo en ser espectadores de Dios, sino en obrar con Dios obrando con el Verbo, con el Hijo de Dios. Ese es nuestro fin, así es la vida que no acabará, la vida del Cielo.

La oración, la unión con Dios, es ya vida eterna; es vida del Cielo, es realizar las operaciones que haremos en el Cielo. Nuestra vida aquí nos ha sido dada sólo para preparar aquélla, para ejercitarnos, para realizar ya desde ahora lo que viviremos en el Cielo. Lo realizamos en el ámbito de la fe, es decir, sin la fruición y el gozo; en el Cielo lo realizaremos inmersos en la visión y en la felicidad perfecta.
La oración no es, pues, algo accidental en nuestra vida; la oración es el acto cristiano por excelencia, es la preparación de nuestra eternidad, es la realización anticipada de las operaciones que realizaremos en la eternidad. (Mo 93-94)
Hace ya 43 años que el Padre María Eugenio está con Dios, viviendo feliz, gozando del Amor del Padre, unido a Jesús y enviándonos con Él al Espíritu Santo. Por fin ve a Dios y puede decir con san Agustín: "Ya conozco el don de Dios y lo que es el Cielo"

1 comentario:

Tomás Álvarez, ocd. dijo...

Conocí personalmente al P. María Eugenio en Roma. Precisamente, mientras él revisaba las pruebas de imprenta de su libro "Quiero ver a Dios". De este libro soy asiduo lector y admirador. En mi pobre entender,contiene una maravillosa síntesis docttrinal -la mejor que conozco- de los tres Santos Doctores del Carmelo, puestos al día para el lector o el estudioso de hoy.